El secreto está en tomarse los resultados del rendimiento de tus empleados como si fuera tu responsabilidad y hacer todo lo posible para que funcione el equipo y la organización.
¿Por dónde empezar?
- Conocimiento y seguimiento de la situación de forma constante. No puedes ser un empresario ajeno a tu empresa si quieres realmente mejorar o acelerar la consecución de unos objetivos.
- Comunicación con el equipo y expectativas claras. No es lo mismo decir a un empleado: «el departamento está desbordado, tendríamos que tener las presentaciones listas desde hace tiempo», que decir: «el departamento está desbordado y voy a plantear una reunión para resolver algunos temas, pero a las presentaciones debes darle prioridad y entregarlas la semana que viene o estaremos fuera de plazo». La comunicación en un equipo tiene que ser clara, fluida y constante, tanto para prevenir problemas como para resolverlos.
- El reconocimiento del trabajo a tus empleados. Por regla general lo que se recompensa a través de reconocimiento, siempre se repite.
- Estimulación de tus empleados. No solo con reconocimientos post-actividad puedes estimularlos, también necesitas encontrar estimulaciones intrínsecas a ellos, que les nazcan de dentro y de forma natural, como los retos personales o desafíos. Por ejemplo, una tabla de resultados puede ser fuente de estimulación, hay muchos escritos y publicaciones sobre el efecto motivador que la publicación y actualización de los números semanales o mensuales pueden tener en los empleados. Si ven la película Everest, cuando le preguntan a los escaladores por qué quieren subir a la cumbre, simplemente de entre todos los motivos, eligen decir: «porque está ahí»; si no estuviera no hubiera existido esa motivación. Es sorprendente ver como las personas se inspiran para hacer algo una vez que conocen el desafió.